Montaron un campamento a cuatro mil kilómetros sobre el nivel del mar para controlar el avance de la megaminería. Denuncian la rotura de cuencas y la contaminación del agua.
Rosa Farías es integrante de la asamblea “El Algarrobo” y desde la década del 90 lleva adelante una lucha cada vez más inclinada hacia los poderosos: LA MEGAMINERÍA.
En Andalgalá viven alrededor de 24 mil personas, divididos entre el valle y la zona alta de montaña y cada sábado se concentran para repudiar el proyecto MARA.
“Hoy nos oponemos a un segundo proyecto que le llaman MARA, todos los conocían anteriormente como “Agua Rica”, este emprendimiento contaminante está compuesto por Yamana Gold (56,25%), Glencore International AG (25%) y Newmont Corporation (18,75%)”
“El proyecto está en las nacientes de nuestros ríos, es un proyecto de megamineria, además la propia empresa MARA reconoció en sus informes el impacto ambiental en las páginas 3395 y 3396”.
Desde la Asamblea El Algarrobo denuncian las consecuencias sanitarias y aseguran que ya hay casos de personas con problemas gástricos por el consumo del agua.
El Proyecto MARA está ubicado a unos 25 kilómetros al norte de la localidad de Andalgalá, en el sector sur de la Sierra del Aconquija, donde se explota oro, cobre, plata y molibdeno a 3.300 metros sobre el nivel del mar.
A su vez supera tres veces en magnitud a Bajo la Alumbrera, que es el primer mega-emprendimiento hidro-químico del país que explota yacimientos mineros desde el año 1997 en el departamento Belén (Catamarca).
“Llevamos una resistencia desde la década del 90, y de forma ininterrumpida hace 12 años, nos oponemos a un segundo proyecto de megamineria, el primero fue el que se conoció a nivel nacional como “el bajo de la lumbrera” durante la época de la presidencia de Menen, él abrió las puertas definitivas para todo este tipo de proyectos”.
“Lo más triste es que los funcionarios del Gobierno niegan esto, las vecinas y los vecinos notamos afectada la calidad del agua de río, esto es producto de los movimientos en la tierra y en los deslizamientos por la apertura de caminos, todo el tiempo vemos maquinarias avanzar y destruir nuestro territorio”.
En el 2016, un equipo del CONICET investigó los componentes hidroquímicos de cinco ríos del departamento de Andalgalá. El informe mostró que “los niveles de Cobre, Cromo y Plomo exceden los niveles guía de calidad de agua para protección de vida acuática”. Y que tres de esos ríos, los que por ser de mayor caudal abastecen al pueblo de agua potable y riego, presentan Manganeso “en valores que exceden los máximos permitidos para agua de consumo humano del código alimentario argentino”.
“Hace dos años hicimos un acampe frente a la Corte Suprema de Justicia y logramos tener un amparo ambiental, eso frenó el avance, pero hasta ahí nomás, las trampas legales que hizo el Gobierno Nacional y local hicieron que durante el 2021 y en plena pandemia, aprovechando que todos estábamos en nuestras casas entraron máquinas perforadoras por medio de otro pueblo, un camino que nosotros no cuidamos, todo eso lo hicieron con el apoyo de la Gendarmería”.
Bajo la explotación en Bajo Alumbrera, se supo que la contaminación del río es inaudita: 20 mil veces más de arsénico, 5 mil veces más en cadmio, 10 mil veces más en mercurio que lo permitido por la ley nacional, y cantidades exorbitantes de plomo.
“Esas máquinas que ingresaron en Andalgalá realizan trabajos de exploración avanzada y tal es así que han dañado la cuenca de uno de los ríos cercanos de Choya, entonces los vecinos al darse cuenta de la situación, tomaron la determinación de subir al cerro a vigilar, crearon un campamento a cuatro kilómetros por encima del nivel del mar”.